martes, 17 de noviembre de 2009

EXEMPLO PARA OS COLEXIOS DO PAIS



Noticia que aparece hoxe na Voz nada menos que simpatica:
Sin fútbol en el cole por decreto.
El colegio de O Hío prohíbe el deporte rey en los recreos durante 19 días para potenciar actividades «menos violentas»
En el recreo del CEIP de O Hío, en la comarca pontevedresa de O Morrazo, giran los trompos y los aros. Baten las canicas. Pero nadie grita gol. Durante diecinueve días, los que van desde San Martín, el 11 de noviembre, a San Andrés, el día 30, está prohibida la práctica del fútbol. La dirección del centro pretende alejar en ese plazo a los chavales del que es, durante el curso, su principal actividad en los descansos.
«Están tan absorbidos polo fútbol que non saben xogar a outra cousa. É bo que durante uns días poidan divertirse doutro xeito», explica el director del colegio, Claudio Lamosa. La prohibición por decreto es la única vía que han encontrado para que los críos desvíen la mirada.
«A idea naceu para incentivar os xogos populares que xa van quedando no esquecemento e son menos violentos. O fútbol ten demasiada cabida e foise convertendo tamén, por desgraza, nunha fonte continua de problemas», reflexiona el responsable del centro, orgulloso de su peculiar iniciativa.
Todo surgió hace tres años. Y, en el origen de la propuesta, estaba la preocupación de los docentes por las continuas peleas que generaban los partidos. Entre todos diseñaron en el claustro una apuesta que no han dudado en repetir.
Así los profesores se esmeran por estas fechas en conquistar a los alumnos subidos a unos zancos o saltando a la cuerda. Pese a las intenciones, pasado el día quedó aparcada la romería. De hecho, en el colofón del decreto, el mismo día de San Andrés, se organizan unas olimpiadas en las que, además de los juegos populares, se incluye un campeonato de futbito. Es el instante en el que la veda queda formalmente levantada.
«A verdade é que a iniciativa non conseguiu provocar máis inclinación nos rapaces cara outras opcións de ocio. O fútbol segue a ser o preferido durante o resto do ano», confiesa Lamosa. Los padres no han puesto oposición alguna a la restricción temporal y aceptan gustosos esa mirada melancólica al pasado. Los críos lo entienden menos. Unos, lo aceptan con mimo. Otros, a regañadientes. Como si fuera un castigo absurdo.

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